lunes, 26 de marzo de 2012

ARVEJAS COMPUESTAS CON HUEVO DURO

Recuerdo comerlas con mis padres en Semana Santa en la Villa de la Orotava, donde las preparan realmente bien. Es plato de vigilia, austero, aunque muy sabroso y bastante contundente pese a la sencillez de sus ingredientes.

Guisamos LAS ARVEJAS unos diez minutos en agua hirviendo, que las cubra,( yo las compro congeladas).
Por otra parte en una sartén con aceite  de oliva, hacemos una fritura con una CEBOLLA, medio PIMIENTO, dos TOMATES DE SALSA Y UNOS dientes de AJOS machacados.

Cuando la fritura este medio echa le añadimos una pizca de OREGANO, dos hojitas de LAUREL, un poquito de CURCUMA (colorante natural) un poquito de SAL y otro de AZUCAR, dejamos que se haga a fuego lento.


Luego pasamos la salsa por un pasapuré y agregamos las arvejas hasta que se hagan del todo (tardaran unos diez minutos más o menos, depende de las arvejas.
Guisamos unos HUEVOS y los cortamos en lasquitas, con las que no solo adornaremos, sino que damos un punto al plato.

Además….
La palabra arveja es un vocablo Castellano absolutamente correcto y muy anterior  al guisante.
Yo me permito el atrevimiento y a las arvejas les pico unos taquitos de JAMÓN SERRANO y un poquito de panceta, (Dios me perdone) pero así están mucho más sabrosas junto a unas papitas guisadas.    

viernes, 23 de marzo de 2012

LA COCINA COMO TERAPIA

He asistido a unos talleres de cocina para un grupo de personas sometidos a  unos altos niveles  de estrés y ansiedad.



Creo que ha tenido un resultado muy positivo, pues la cocina como terapia resulta muy relajante y divertida, lo mejor es que carece de efectos secundarios. “Bueno si, cuando se quema y cuando hay que limpiarla”
Si algún día decides adentrarte en este mundo de cacharros, calderos y fogones, empezaras a experimentar lo agradable que puede parecer pasar un ratito liado en la cocina, preparando cualquier comida para los que quieres, “incluido tu” descubriendo, probando, imaginando y disfrutando.
Hasta los más pequeños disfrutan, yo organizaba con mis hijas tardes haciendo papas pizza, salchichas rellenas o tarta de galletas María.

Mi hija Victoria es una estupenda cocinera, aunque creo que mucho mejor repostera que, junto a Laura, la pequeña de la familia, hacen unos postres deliciosos, desde la tarta María Victoria de crema y limón, hasta la de Santiago de todos conocida, que junto a unas palmeritas de hojaldre cubren el paladar de cualquier goloso.
Yo desde muy pequeño ya jugueteaba en la cocina de mi madre, recuerdo las compras con mis padres en el mercado, el amanecer, el olor a fresco de las verduras, el bullicio de las personas y un sinfín de cosas buenas que te da nuestra amiga la cocina.


 Ya lo menciona Carlos Goñi en su magnífico libro “Déjate ser feliz”.


Ser feliz se parece a cocinar. Hay que usar buenos ingredientes y conocer la receta, pero eso no es todo. Hay que estar ahí, hay que acertar con la temperatura adecuada e ir probando para corregir de sal o añadir un poco de agua, hay que dejar que los ingredientes se liguen y cuezan, hay que saber esperar y retirar el puchero a tiempo. Dos platos cocinados por cocineros diferentes siguiendo la misma receta no saben igual. Solo saben igual los platos precocinados de forma industrial, que sacian pero dejan mucho que desear desde el punto de vista culinario..


Y cuánta razón tiene el amigo Carlos, la felicidad desde mi humilde punto de vista está basada en cajitas de pequeñas cosas que nos hacen feliz al hacerlas, desde cocinar, a dar un abrazo, a compartir una buena cena, a ver una peli, a pasear, en fin...
Este taller personalmente no solo me aporto compartir unas recetas fáciles a un grupo de alumnos, sino que aporto medio día de risas, compañerismo, unión, alguna que otra confesión y amistad, esto también es para mí encontrar la felicidad.

miércoles, 7 de marzo de 2012

MUCHAS FELICIDADES POR SUS LOGROS.

Mañana día 8 de marzo es el día de la mujer, no de la mujer trabajadora, ni de la mujer astronauta, sólo de la mujer.  

 Ese  ser tan maravilloso que es capaz de darnos la vida, de cuidarnos y de desvivirse por nosotros, es día de la Madre, de la Abuela.

Por eso me apetece poner una receta que me dio mi Madre con mucho cariño y que le dio mi Abuela con  mucho cariño a mi Madre.
Un bizcochón casero, algo tan simple como la vida, pero a veces un poquito más dulce.
Mi Abuela y mi Madre lo ofrecían a las visitas con un cortadito con un poquito de licor de naranja, siempre servido con mucho cariño.
La receta es bien sencilla, pero tiene unos resultados muy buenos, para desayunar o merendar, es el trocito de bizcochón que a todos apetece.
Separamos  las claras  de tres HUEVOS y en otro bol añadimos las yemas, un YOGUR DE LIMÓN, una  medida de yogur de ACEITE DE OLIVA, dos medidas de yogur de AZÚCAR INTEGRAL, tres medidas de yogur DE HARINA, un sobre de LEVADURA, la ralladura de UN LIMÓN Y MUCHO CARIÑO.
Untamos el molde de MANTEQUILLA, mezclamos todo y cuando esté bien unido, añadimos las claras a punto de nieve para volcarlo finalmente en el molde. Lo introducimos en el horno precalentado a 180º durante 40 minutos (más o menos)
Apagamos el horno,  dejamos que se temple, desmontamos y añadimos AZUCAR GLAS espolvoreado.
Sólo queda darles una sorpresa  en su día y servírselo con un cortadito con licor de naranja y una cascarita de limón.

     MUCHAS FELICIDADES.      

viernes, 2 de marzo de 2012

RECETAS SOLIDARIAS

Hoy he tenido el inmenso placer de compartir un ratito con Ángela.
Ángela es una mujer que toda su vida ha trabajado en la cocina, nacida en los años 40, cuando las mujeres eran “cocineras” y los hombres “chef”.
Ahora, su vida consiste en poder dar de comer a los más necesitados, su tiempo lo dedica a trabajar como cocinera de un comedor social.
Nada más entrar en el comedor hay un olor a natillas que me lleva a mi niñez, esas natillas que mi madre preparaba con una galleta María en medio.


Un fuerte abrazo y un beso son nuestra carta de presentación, Ángela se encuentra limpiando pescado, pues, de la Lonja han donado una bandeja.  


Ya tenemos la comida de mañana, me dice. Con las cabezas  haremos un
buen caldo y el resto del pescado lo hacemos encebollado con las papas que nos mandan del Merca.
Hay bastante fruta fresca, y una cajita de batidos nutricionales donados por una farmacia para las personas mayores más debilitadas; a veces se niegan a comer y sus condiciones son bastante precarias, el maldito destino a veces es cruel con quien no lo merece.
Del caldero central sale un aroma a fritura que sería las delicias de cualquier restaurante. Se está preparando un potaje de lentejas que junto a unos macarrones con atún, van a ser el menú de hoy.

Comemos un poco porque más tarde el volumen de trabajo no lo permitirá. Parece que estoy comiendo en el patio de mi abuela, el sabor al potaje me dispara a 1975, donde los sabores no se adulteraban y un potaje sabía a potaje, los macarrones a pesar  de ser de atún, tenían escondido un toque de chorizo que los hacía todavía más interesantes. Junto a vivencias, risas y anécdotas, escondían las penas y desolación de los comensales que allí se disponían a degustar esos platos hechos con tanto cariño.

Después de la natilla, toca coger fuerzas para empezar a servir a los comensales. Luego, hay que limpiar y preparar los ingredientes donados para utilizarlos al día siguiente.
No sólo regalan su experiencia, sino su tiempo, algo tan valioso  que nosotros apenas sabemos apreciar.
Tiempo para amar, compartir, sentir y disfrutar, aunque sea en un comedor Social.
La observo y veo la experiencia hecha calma, la bondad de sus ojos al señalarme una pareja de ancianos que, aún siendo pobres y casi no tener que comer, derrochan una serena alegría y de la mano, saludan a su “chef”.
Personas con historias, historias con recetas, yo cada día doy gracias por rodearme de personas tan buenas, vacunadas contra el egoísmo y la maldad.
Después de servir, limpiar y preparar todo para el día siguiente, me despido de Ángela y de su equipo de voluntarias, y observo un cartel pintado que me hace pensar.


 La experiencia adquirida, enriquecedora y humana. Dios los guarde por muchos años.