viernes, 23 de marzo de 2012

LA COCINA COMO TERAPIA

He asistido a unos talleres de cocina para un grupo de personas sometidos a  unos altos niveles  de estrés y ansiedad.



Creo que ha tenido un resultado muy positivo, pues la cocina como terapia resulta muy relajante y divertida, lo mejor es que carece de efectos secundarios. “Bueno si, cuando se quema y cuando hay que limpiarla”
Si algún día decides adentrarte en este mundo de cacharros, calderos y fogones, empezaras a experimentar lo agradable que puede parecer pasar un ratito liado en la cocina, preparando cualquier comida para los que quieres, “incluido tu” descubriendo, probando, imaginando y disfrutando.
Hasta los más pequeños disfrutan, yo organizaba con mis hijas tardes haciendo papas pizza, salchichas rellenas o tarta de galletas María.

Mi hija Victoria es una estupenda cocinera, aunque creo que mucho mejor repostera que, junto a Laura, la pequeña de la familia, hacen unos postres deliciosos, desde la tarta María Victoria de crema y limón, hasta la de Santiago de todos conocida, que junto a unas palmeritas de hojaldre cubren el paladar de cualquier goloso.
Yo desde muy pequeño ya jugueteaba en la cocina de mi madre, recuerdo las compras con mis padres en el mercado, el amanecer, el olor a fresco de las verduras, el bullicio de las personas y un sinfín de cosas buenas que te da nuestra amiga la cocina.


 Ya lo menciona Carlos Goñi en su magnífico libro “Déjate ser feliz”.


Ser feliz se parece a cocinar. Hay que usar buenos ingredientes y conocer la receta, pero eso no es todo. Hay que estar ahí, hay que acertar con la temperatura adecuada e ir probando para corregir de sal o añadir un poco de agua, hay que dejar que los ingredientes se liguen y cuezan, hay que saber esperar y retirar el puchero a tiempo. Dos platos cocinados por cocineros diferentes siguiendo la misma receta no saben igual. Solo saben igual los platos precocinados de forma industrial, que sacian pero dejan mucho que desear desde el punto de vista culinario..


Y cuánta razón tiene el amigo Carlos, la felicidad desde mi humilde punto de vista está basada en cajitas de pequeñas cosas que nos hacen feliz al hacerlas, desde cocinar, a dar un abrazo, a compartir una buena cena, a ver una peli, a pasear, en fin...
Este taller personalmente no solo me aporto compartir unas recetas fáciles a un grupo de alumnos, sino que aporto medio día de risas, compañerismo, unión, alguna que otra confesión y amistad, esto también es para mí encontrar la felicidad.

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