martes, 13 de diciembre de 2011

RATITOS AGRADABLES.

Hoy hemos ido a almorzar al sur de la isla, concretamente a Bahía del Duque, donde viven unos amigos muy especiales.
Esos amigos que tienes siempre ahí, cuando las cosas marchan un poco tristes, de los de verdad de la buena, de los que, cuando compartes mesa te sientes tan a gusto con ellos que parece que estás en casa.
El almuerzo ha sido todo un manjar, empezando con unas chistorras abrigadas con hojaldre, que estaban buenísimas, unas ensaladas con productos traídos directamente del mercado del agricultor, lo que ya de sí le da a la verdura una personalidad propia.
            




En la sala de máquinas estaba el amigo Iñaki, una garantía en los fogones de la barbacoa. Cristina nos presentó a la tía Feli, una señora encantadora, enfermera jubilada, que nos cuenta que ha sido niñera de personajes muy famosos. Nos dice que de Madrid ha traído una colección de morcillas que, como si de un desfile se tratase, irían camino de la barbacoa de Iñaki.
 Morcillas de cebolla, de arroz, chorizo blanco… vamos unas exquisiteces, que con un vermut, ameniza la historia de la tía Feli.


Me comenta Iñaki, que hay que ir a buscar unas costillas y chuletas que la madre de Cristina había macerado con un poquito de vino, ajo, perejil y no se qué secretos más, pues tenían muy buen color esas chuletas.
Así conocí a María y a Juan  Frade, que me han parecido dos personas muy campechanas. María, nada más vernos, desplegó el cariño que la gente del norte tiene para los que aprecian, explicando el macerado del chuletón y comentando con Sonia, mi esposa, lo bien que le iban a quedar unas cortinas que tenia pensado hacer para la casa de Cristina.
Don Juan, que era electricista de profesión, ahora se encuentra incapacitado, pues un maldito ictus le  ha desconectado un poco de la vida, pero a simple vista se ve que ha sido una persona noble y trabajadora.
Me comenta que la tía Feli le ha regalado una medallita de la virgen y que seguro que se pondrá mejor si le reza, enseñándome la medallita y besándola.
Observando tranquilo desde su silla de ruedas el vaivén de palabras y platos de un lado a otro. Tiene miradas cómplices de dulzura con su hija Cristina, que se nota que ha sido y es la niña de sus ojos.
Uxue, que corretea con Laurita de un lado a otro, tiene unas botitas de cerditos de colores  muy simpáticas, lo que hace reír a Laura y a mí también.
A la hora de sentarnos en la mesa, empieza una cruzada de recetas caseras entre María y Feli. Una grata conversación, la mirada de don Juan, el vino y la comida.


Son ratos tan agradables que no quieres que venga el postre, aunque al final llegó. Una tarta casera de trufa y chocolate Ferrero que estaba buenísima; aunque también María tenía en el frigo un pastel casero de melocotones con una pinta estelar.



En fin, fue de esos días en los que todo sale bien.
María me ha regalado las recetas de tortilla de bacalao y el pollo de corral en salsa.
Para la tortilla de bacalao, ponemos en una sartén dos  cebollas picadas finitas, unos dientes de ajo, un manojo de perejil y cuando esté pochado, desmenuzamos el bacalao desalado y lo incorporamos al guiso.
Le damos un toque de fuego y cuando esté todo ligado le cascamos los huevos. Me dice María, que el secreto está en no batir mucho los huevos y formar la tortilla no muy cuajada. Suele servirse como entrante antes de una buena chuletada.


Otra receta que me brindó, no sin antes prometerme que me mandaría unas cuantas más, es el pollo de corral en salsa.
(No pongo cantidades, ponlas tú según los comensales que vengan a comer)
Compramos un pollo y le pedimos al carnicero que lo trocee. Pídele la carcasa del pollo que utilizaremos con unas verduras para un buen caldo que luego congelaremos por raciones.
En casa lo maceramos con un majado de aceite, vino, ajo, perejil y pimentón, lo dejamos un ratito para que coja sabor.
Freímos el pollo con el mismo aceite del macerado. Cuando esté dorado hacemos una fritura en la misma sartén con cebolla, pimiento verde, zanahorias en trocitos, ajos, perejil, pimienta molida, pimentón y unas hojitas de laurel. Cuando esté pochada, añadimos de nuevo el pollo, unos champiñones, unas patatitas y cubrimos de agua (mejor caldo). La receta estará cuando todo el guiso haya ligado.

Me alegra mucho haber conocido a personas con las que aprender no sólo de la vida, sino a enriquecerte aún más con recetas tan sencillas, porque recetas hay miles de millones, pero las que se dan con cariño son como abrazos, te reconfortan al hacerlas.   
Espero de todo corazon que se cumpla el milagro de la virgencita y don Juan frade mejore pronto...

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