martes, 27 de noviembre de 2012

RECUERDOS

Hoy he madrugado y me he acercado al mercado municipal de la ciudad de La Laguna.
He tomado un cortado con un poquito de licor en la tasca de Fernando y al salir un tsunami de recuerdos me inundaron.


Recuerdos de mi niñez con mi abuela Magdalena, una anciana de antes de la guerra, siempre vestida de luto por mi abuelo Arturo.
Solíamos recorrer el mercado de punta a punta, rebuscando los mejores productos para sus guisos.


Era la reina de las croquetas, jamás probaré croquetas como las que ella hacía.


Hacía de una comida tan sencilla como unas papas fritas con huevo y chorizo, todo un manjar.


A mi abuela Magdalena le gustaba muchísimo leer, aprendió ya de mayor, decía que se arrepentía de no haber aprendido antes, yo la admiraba por lo lista que era y sobre todo por los buenos consejos que me dio siempre, con la calma y la paciencia que sólo te puede dar la vejez. 


Tenía una lata llena de galletas, galletas que yo devoraba en cuanto podía.
En ella se veían unos veleros muy antiguos, mi abuela me contaba que en uno igual que esos, mi abuelo embarcó para nunca más volver.


Yo tengo una lata de galletas en mi cocina que, cuando la abres desprende un olor muy peculiar, como el de la cesta del pan, son olores que tienen personalidad propia, capaces de transportarte en el tiempo y llevarte al recuerdo que tú desees.
Creo que he heredado de ella el amor por la cocina, su respeto hacia las personas y su admiración por las cosas más simples, más pequeñas, más sencillas.
Ella me enseñó todo lo que sé sobre las especies y hierbas, a tener paciencia al cocinar y darle tiempo al tiempo disfrutando de lo que haces.
Con mi cesta de la compra llena de recuerdos he comprado un trozo de calabaza, dos zanahorias, dos puerros, una cabeza de ajos, unas papas del país, hierbas frescas y un trocito de queso semicurado.
Hace un poco de frío y apetece una crema de calabaza con unos taquitos de queso.


Limpiamos bien los puerros y los picamos con dos dientes de ajo. Añadimos al caldero con unas cucharadas de aceite de oliva y sofreimos.
Cuando esté doradito, incorporamos los demás ingredientes, la calabaza, dos papas en dados grandes, las zanahorias picadas y una pastilla de caldo, si tienes. Cubrimos de agua y añadimos una pizca de sal.
Cerramos la tapita y dejamos cocer a fuego medio durante unos veinticinco minutos.
Trituramos todo con la batidora hasta que quede una crema y servimos con unos daditos de queso y un poquito de pan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario